Es un rezo sosegado, te pierdes en el espacio infinito, todo tu ser experimenta una clarificación y una purificación, desaparece tu yo, no eres nada.
Carl Gustav Carus
Los regueros de pisadas me marcan el camino. A los lados el paisaje es sublime. Inyecta sosiego y tranquilidad en mis venas. Dunas. Móntículos silenciosos pulidos a golpe de viento. Un paisaje estremecedor acompañado con la banda sonora de los jadeos de los penitentes ciclistas. Pero todo es impostura, una trampa. Tela de araña de arena. Callejón sin salida. Postal de cine envenenada. El sol taladra nuestras ilusiones. En las sinuosas crestas de las dunas me parece contemplar la forma de una sonrisa burlona. Se ríen de nosotros pobres costaleros de andar cansino. No es nuestro lugar. No deberíamos estar allí. Dunas. Actores en una película que no es la nuestra. Territorio hostil vestido con piel de seda. Encerrona perfumada. Toca sufrir. Amigo, ten por seguro una cosa: el desierto, créeme, no es lugar para ciclistas.
Ya está la mesa puesta. La aventura esta servida. Esto es la Titán Desert, esto es Marruecos y aquí, territorio de la suerte, del azar y del destino, todo te puede pasar. Permíteme un consejo a mi que no me gusta aconsejar: ven si estás muy bien preparado. Si no te importa sufrir. Si quieres ver hasta donde puedes levantar el listón de tus límites físicos y mentales. Esto es duro, muy duro. Morada de alacranes y lagartos. Esto es el desierto, por mucho que te lo envuelvan en papel de colores, y o eres Lawrence de Arabia, y este iba en camello, o tienes muchas papeletas para penar. Hinca el diente a lo imposible. Superaté a ti mismo. Vé un poco más allá. Termina esta utopía aunque el peaje sea la Santísima Trinidad del esfuerzo: sangre, sudor y lágrimas. Maldito trío de cartas. Aquí, en la Titán Desert, no hay comodines. Seiscientos trece corredores contra los que competir, pero ten por seguro que entre todos ellos uno es el más peligroso: tú. Venceté a ti mismo y lograrás vencer a la Titán Desert.
¿Quieres tener una cita a ciegas con la épica? Entonces ven, que el desierto te acojerá en sus brazos. Pero no esperes que te meza en su regazo. Las nanas y canciones de cuna aquí en Marruecos suenan a requiem.
Es el campamento el lugar de las vivencias y de la convivencia. Allí el noble y el villano, el prohombre y el gusano conviven y se dan la mano sin importarles la facha... Crisol de historias y personas. De sueños y de ilusiones. De retos y superación. De risas y de llantos. Abré los ojos y mira a tu alrededor porque allí descubrirás que por mucho que creas que tú logro es mayúsculo siempre hay alguien que lo empequeñece.
Bullicio de día. Silencio de noche. Llamada a la oración desde los minaretes. Laberinto de alfombras que serpentean alrededor de las haimas. Los techos de nuestras moradas, de tela negra, sujetos por dos palos en lo que parece un equilibrio imposible. Jarapas en el suelo protegiéndonos de la arena. Tres colchones. A los lados preciosas telas de colores. Espacio: el justo, el suficiente, para que en pocos días el desorden vaya ganando el pulso a las buenas intenciones. El dia no es territorio de haima. Allí el calor es sofocante. Aquí sólo se duerme o se intenta dormir. Sinfonía de ronquidos y de ruidos espectrales. Son los tapones en el desierto casi tan necesarios como el agua. Catre de día, suite de noche, cuando el cansancio, al terminar la jornada, multiplica por cinco las estrellas de nuestros refugios.
¿El baño, por favor? Al fondo a la derecha. Más de seiscientas y pico personas. Unas veinte o quizá treinta letrinas dispuestas en hilera. No hay puertas. Sólo unos plásticos con cremallera que tratan de esconder nuestras vergüenzas. En los campamentos no hay pudor, el rubor se quedó facturado en el aeropuerto. Goteo continuo de aguas mayores y aguas menores en unos retretes desbordados de trabajo. Moneda al aire. Abrir las cortinas es como abrir un sobre sorpresa. ¿El olor? Indefinido. El incienso que arde en los pasillos, más que tapar el hedor, se funde con él en un aroma peculiar. Anestesia tus sentidos, amigo, porque ten por seguro que semejante colonia no es digna de tus narices.
Sombra. Son los puffs esparcidos por el suelo en la zona del bar preciados tesoros. Reino de titanitos; de cervezas templadas que no frías; de charlas y aventuras; de lamer las heridas y de piernas en alto; los caballeros y los escuderos en igualdad de condiciones; de ver pasar el tiempo esperando que el frescor del atardecer permita salir a los ciclistas de sus escondrijos. Hubiera matado por un calipo de lima limón. Es el campamento rutina. Coje maleta; vete a la haima; date una ducha; vete a comer; tiraté a la bartola; vaguea; vuelve a comer; compex; fisio; mecánicos; bebe y vuelve a beber; vaguea; intenta dormir. En el campamento se labran los recuerdos como el aire modela las dunas. Punto de unión. Asilo de ciclistas. Unas veces cerca de poblaciones u hoteles, otras levantados en la nada del inmenso desierto, bullen en el infame calor del día y nos hacen soñar en el letargo de la noche con el día siguiente. Cielo estrellado. A las seis de la mañana sonará la música. Dolores y legañas. La bicicleta nos espera. El polvo también. Es el momento de escribir otra página de nuestro diario.
Pedalear por el desierto bendita locura. El desierto, la tierra baldía, suponen la aniquilación total de todo lo que conocemos. No es bello, es sublime. Lo sublime conmueve, nos hace estremecernos ante la inmensidad de una naturaleza implacable. Una naturaleza en la que el hombre es insignificante, de una tremenda fragilidad. Todo es desolación. No hay esperanza, nada queda. Horizonte infinito de arena y piedras. Eterno, inabarcable, ni siquiera con nuestra imaginación. La vista naufraga en el horizonte. Puedo afirmar que he pedaleado por la nada y allí, en la soledad extrema, me he sentido engullido por una melancolía polvorienta.
Me callo, amigo lector, porque el desierto es silencio.
TITÁN DESERT by GARMIN 2015. X Aniversario.
BOULMALNE DADES- AKNIOUN. 116 km. 2652 m
AKNIOUN- TOUGHACH. 113 km. 937 m.
TOUGHACH- LAMDOUARE. 113 km. 1128 m.
LAMDOUARE- ERG ZNAIGUI. 99 km. 585 m.
ERG CHEBBI- MERZOUGA. 103 km. 510 m. Etapa Garmin de Navegación.
MERZOUGA- MAADID. 66 km. 303 m.
Más información de las etapas aquí
Clasificaciones aquí. El 169 un tal Gerardo.
Entro en el confesionario. Padre, confieso que he penado. Última etapa. Fácil sobre el papel. Sólo seis kilómetros para acabar esta Titán Desert. El calor me atosiga. Desde el kilómetro treinta el cerebro ha puesto mi cuerpo al ralenti. No puedo avanzar con soltura. No puedo ir rápido. Letanía en el pedaleo. Penitencia a mis pecados. Sólo la nada a mi alrededor. Bancos de arena. Calor. No hay sudor en este ambiente seco. Tartana. Sobredosis de caraja. La vista comienza a nublarse. El paisaje se difumina. Borrón. KO. El desierto gana a los puntos. Pierdo el conocimiento y me caigo a plomo de la bicicleta. Son sólo unos segundos. Un chorro de agua recorre mi nuca. Bautismo de salvación. Recobro el sentido y distingo la silueta de unos compañeros que han visto el lance y me ayudan. (Equipo mixto Compex con Paula Quiñones y F. Javier Pulido Serrano). Gracias. Quedán apenas cinco o seis kilómetros. Agua. Esto se acaba. Subo a la bicicleta. Es momento de recordar todo lo que ha pasado para llegar hasta aquí. No es momento de tirar la toalla. Los 2700 km en 15 dias para lograr ganar el reto Cofidis y poder estar aquí; las horas de entreno; el tiempo robado a los mios; las nauseas en estos días al no poder asimilar los geles ni las sales disueltas en el agua; la lucha contra el calido viento del desierto; la temible etapa del Átlas donde una fuerte caida me hizo temer lo peor; los niños en las aldeas revoloteando ante nosotros: chocolat, chocolat....; los oueds o rios secos de cantos rodados; los bancos de arena; los infinitos plateaus pedregosos; las pistas donde reina la nada, donde no hay paisaje, donde todo es monotonía.....; el chott , lago salado; las dunas; el navegar por el desierto donde no hay pistas sólo intuición; los 47 grados......
No, no es momento de tirar la toalla. Maadid esta cerca. Un ciclista se ha quedado a mi lado y se amolda a mi pedaleo en cámara lenta. Me da agua. Le pregunto el nombre. No lo recuerdo. Me anima a que me agarre a su mochila para remolcarme. Le digo que no. Tengo que llegar con mis propias fuerzas. Despacio. No queda nada. A lo lejos se aprecia el ocre del edificio donde está la meta. Apenas unos metros para cumplir un sueño, para vengarme del destino. Apenas unas pedaladas más para cerrar la página de este libro. Cruzo el arco de meta en Maadid. Recojo el trofeo y me siento en una sombra a esperar a que el cuerpo sea cuerpo otra vez. Esto se ha acabado. Es la hora de los recuerdos. De cerrar los ojos y asimilar lo conseguido. De dejar que el tiempo vaya tatuando en la memoria las vivencias de estos dias. Es la hora de soplar para apartar el polvo del desierto y dejar que afloren, enterradas en la arena, las imagenes de estos seis largos días. Si, Padre, confieso que he disfrutado. Alzo la voz a los cuatro puntos cardinales: El desierto no es lugar para ciclistas.
A Miguel e Iker, mis compañeros de Haima. Por sus sonrisas, por su coraje.
Gracias a Cofidis y Solo bici por permirme estar aquí. A los amigos de Biketown por su ayuda. A Antonio Peinado por nutrirme de alimentos para estos días. A Victor, Javi, Pepe, Jose y demás por la compañia en estos día en Marruecos. Y a todos, familia y amigos, que me habéis apoyado desde la distancia. A todos, de corazón, gracias.
PD: Un consejo si vais a ir a la Titán Desert 2016. Ahora, cuando hagáis la declaración de la Renta no marquéis ni la casilla de la Iglesia ni de fines sociales. Marcar la casilla donde dice que la devolución os la hacen en Titanitos, moneda oficial en los campamentos, porque os van a hacer mucha falta. Mammá mia que sablazos...............
Abrazos y apiernas a todos. Unas afotos: