´´Yo he visto, es cierto, y creo ver ahora
un busto sin cabeza que marchaba
entre los otros de la grey que llora;
la testa por los pelos sujetaba
transportándola a modo de linterna
y ¨Ay de mí¨, repetía, y me miraba´´
Dante Aligheri , Divina Comedia, Infierno, Canto XXVIII.
Sólo una persona valiente puede regresar al Infierno cuando su paladar ya ha saboreado el amargor del azufre. Porque, creedme, la morada de Lucifer no es un lugar agradable. Tres veces me adentré en la guarida del Diablo. Tres veces el sufrimiento me acompañó en mis pedaladas adherido a mi cuerpo como un tatuaje. Tres veces crucé la linea de meta. Pude salir victorioso. Muchos no lo han logrado jamás.
He sentido el calor que derrite tus músculos. Las baldías bocanadas de aire que, como un pez fuera del agua, a duras penas nutren de aire tus pulmones. Las horas en soledad, sin más compañía que el deambular cansino de los pedales formando círculos sin sentido. Es curioso, aunque cientos de ciclistas te acompañen en la interminables subidas del Infierno, siempre te encontrarás sólo. Me ha obsesionado la visión, repetida una y otra vez, de mis muñecas sudorosas agarrando con fuerza el manillar. Arena. Desgaste. El cuerpo pidiendo clemencia. La mente preguntándose, una y otra vez, que por qué esta allí. Cansancio.
Allí, el sudor riega tu rostro en cada pedalada, y con cada gota salada que se escapa de tus poros se marcha un suspiro de tu fuerza, de tu ánimo por llegar. Por cruzar la línea de meta. ¿Por qué volver a un lugar así ?
He sentido el calor que derrite tus músculos. Las baldías bocanadas de aire que, como un pez fuera del agua, a duras penas nutren de aire tus pulmones. Las horas en soledad, sin más compañía que el deambular cansino de los pedales formando círculos sin sentido. Es curioso, aunque cientos de ciclistas te acompañen en la interminables subidas del Infierno, siempre te encontrarás sólo. Me ha obsesionado la visión, repetida una y otra vez, de mis muñecas sudorosas agarrando con fuerza el manillar. Arena. Desgaste. El cuerpo pidiendo clemencia. La mente preguntándose, una y otra vez, que por qué esta allí. Cansancio.
Allí, el sudor riega tu rostro en cada pedalada, y con cada gota salada que se escapa de tus poros se marcha un suspiro de tu fuerza, de tu ánimo por llegar. Por cruzar la línea de meta. ¿Por qué volver a un lugar así ?
Si tu mente y tu cuerpo no son fuertes, Belcebú, servirá tus huesos de merienda a Cerbero. El guardian de las puertas del Infierno os devorará sin piedad, despacio, con sus mandibulas sanguinolentas. Si decidis ir no os fiéis. Si viajáis en la balsa de Caronte, sed precavidos. Yo me he congelado, os lo juro, en el ardor del Infierno.
Sólo una persona que ha guardado su cordura en un cajón puede osar volver allí. Sólo un ciclista enamorado de este deporte puede viajar a los 10.000 de El Soplao, al ¨Infierno Cántabro¨ después de arder en él. Hoy os quiero contar la historia de Ángel. De una persona que sufrió en 2011 toda la fuerza del Averno. Cerbero le destrozo con un zarpazo traicionero. En ese mismo momento en que sus garras destrozaron su interior, Ángel, prometió volver. Han pasado dos años. El próximo día 18 se colocará de nuevo en la linea de salida. Volver. Volver. Volver. Estará allí. Podrá sentir de nuevo el calor en su cuerpo. El inconfundible olor a azufre lo inundará todo de nuevo.
Ecografía del maltrecho riñón de Ángel Sólo una persona que ha guardado su cordura en un cajón puede osar volver allí. Sólo un ciclista enamorado de este deporte puede viajar a los 10.000 de El Soplao, al ¨Infierno Cántabro¨ después de arder en él. Hoy os quiero contar la historia de Ángel. De una persona que sufrió en 2011 toda la fuerza del Averno. Cerbero le destrozo con un zarpazo traicionero. En ese mismo momento en que sus garras destrozaron su interior, Ángel, prometió volver. Han pasado dos años. El próximo día 18 se colocará de nuevo en la linea de salida. Volver. Volver. Volver. Estará allí. Podrá sentir de nuevo el calor en su cuerpo. El inconfundible olor a azufre lo inundará todo de nuevo.
Hace dos años yo no conocía a Angel. Ambos nos presentamos en Cabezón de la Sal con la intención de salvar los 165 km y 5000 metros de desnivel que, desparramados por los interminables puertos cantabros, hacen de esta marcha el Infierno que es. No sé si en algún momento me crucé con él. No importa. Esta no es mi historia. Es la suya.
Entre los miles de ciclistas, todos con su penitencia, con su reto personal, comenzó a serpentear por los senderos con la ilusión y el respeto de enfrentarse cara a cara con las ascuas del averno. Pronto sintió la quemazón en su cuerpo, cuando deslizándose por la bajada de la cueva de El Soplao, el destino y el azar truncaron de golpe su camino. El suelo duro. Las piedras traicioneras. Se convirtió de golpe en un ángel caido. Se abrían ante él de par en par las puertas del Infierno.
Raspones. Magulladuras. Ningún hueso roto, pero un tremendo dolor abdominal. Últimas pedaladas hasta Célis. Imposible continuar. Su meta ya no está en Cabezón de la Sal sino en el Hospital de Torrelavega.
Nunca me ha pasado. Cuando la porcelana del urinario se tiñe de rojo. Cuándo uno orina sangre . Cuando le dicen que tiene partido un riñon por la mitad, el único destino seguro para su bicicleta es la chatarrería más cercana. Esto que para algunos sería lo lógico, para Ángel no lo fue. En Mayo de 2011 comenzó, penosamente, a subir los peldaños de la escarpada escalera que se alzaba frente a él. Volver. Volver a pedalear. Los escalones altos, resbaladizos y peligrosos como arenas movedizas. Subirá el último escalón al tomar la salida de los 10000 de El Soplao de este año. Muchas pedaladas lentas, mucho esfuerzo, mucha ilusión. Al llegar al rellano de la escalera no abrirá ninguna puerta. Cerrará para siempre las de su propio infierno. Creo que, a cientos de kilómetros de allí, podré sentír el portazo. No importa si termina la marcha o no. Por fín, Ángel habrá ganado.
¨Ganar no significa terminar en primera posición. No significa batir a los demás. Ganar es vencerse a uno mismo. Vencer a nuestro cuerpo, nuestros límites y nuestros temores. Ganar significa superarse a uno mismo y convertir los sueños en realidad¨
Kilian Jornet
Entre los miles de ciclistas, todos con su penitencia, con su reto personal, comenzó a serpentear por los senderos con la ilusión y el respeto de enfrentarse cara a cara con las ascuas del averno. Pronto sintió la quemazón en su cuerpo, cuando deslizándose por la bajada de la cueva de El Soplao, el destino y el azar truncaron de golpe su camino. El suelo duro. Las piedras traicioneras. Se convirtió de golpe en un ángel caido. Se abrían ante él de par en par las puertas del Infierno.
Raspones. Magulladuras. Ningún hueso roto, pero un tremendo dolor abdominal. Últimas pedaladas hasta Célis. Imposible continuar. Su meta ya no está en Cabezón de la Sal sino en el Hospital de Torrelavega.
Nunca me ha pasado. Cuando la porcelana del urinario se tiñe de rojo. Cuándo uno orina sangre . Cuando le dicen que tiene partido un riñon por la mitad, el único destino seguro para su bicicleta es la chatarrería más cercana. Esto que para algunos sería lo lógico, para Ángel no lo fue. En Mayo de 2011 comenzó, penosamente, a subir los peldaños de la escarpada escalera que se alzaba frente a él. Volver. Volver a pedalear. Los escalones altos, resbaladizos y peligrosos como arenas movedizas. Subirá el último escalón al tomar la salida de los 10000 de El Soplao de este año. Muchas pedaladas lentas, mucho esfuerzo, mucha ilusión. Al llegar al rellano de la escalera no abrirá ninguna puerta. Cerrará para siempre las de su propio infierno. Creo que, a cientos de kilómetros de allí, podré sentír el portazo. No importa si termina la marcha o no. Por fín, Ángel habrá ganado.
¨Ganar no significa terminar en primera posición. No significa batir a los demás. Ganar es vencerse a uno mismo. Vencer a nuestro cuerpo, nuestros límites y nuestros temores. Ganar significa superarse a uno mismo y convertir los sueños en realidad¨
Kilian Jornet