Fue mucho peor que el grito del perro salvaje. En primer lugar, en el caso del perro el mando había llegado solamente al séis, mientras que ahora se había triplicado esa cifra. Por ello, naturalmente, fue tres veces más largo. Y tres veces más fuerte. Pero ninguno de estos motivos explica por qué fue peor.
La diferencia consistía en que el grito salía de una garganta humana ¨
Willian Goldman, La Princesa Prometida.
Sábado 7 de Junio de 2014. Orbea Pax Avant. Gran Fondo. Isaba (Pirineo Navarro)
¨El grito de la muerte se elevó agudo en la noche.
Todas las calles que confluían en la Plaza también estaban llenas de ciudadanos que trataban de llegar a la Plaza misma; ellos también lo oyeron, pero una vez que reconocieron estar petrificados de miedo, se dieron por vencidos y ya no trataron de adivinar qué podía haber sido.
Iñigo lo supo al instante.
Se detuvo en el pequeño callejón por el que trataba de abrirse paso en compañia de Fezzik, e intentó recordar. (...).
- No me gusta ese sonido- dijo Fezzik con la piel erizada de frío.
Iñigo se agarró al gigante y las palabras fluyeron a su boca:
- Fezzik...., Fezzik..., es el sonido de El Sufrimiento Postrero...., lo conozco...., fue el sonido que sentí en mi corazón cuando el conde Rugen asesinó a mi padre y lo vi caer...., es el hombre de negro quien lo lanza ahora¨ . (Willian Goldman, La Princesa Prometida, 1973)
Sólo, que yo sepa, tres hombres han lanzado el desgarrador grito de el Sufrimiento Postrero ( sé que mi compañero de fatigas Rafael Valle también lo lanzó, pero como es un tio elegante lo hizo hacia adentro). A saber: Iñigo, aquél de: ¨Hola. Me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Disponte a morir¨; el guaperas de La Princesa Prometida , Westly, el hombre de negro, mientras la máquina de el dolor del malvado principe Humperdinck, le absorbía la vida; y Pillu Machine en las rampas de La Pier de Sant Martin, cuando un calambre de intensidad 10 en la escala de Ricther, le subio desde el talón de Aquiles a sus partes nobles. El Sufrimiento Postrero. ¿Alguna vez lo habéis sentido? Os juro que yo sí; en la Pax Avant.
¨El grito de la muerte se elevó agudo en la noche.
Todas las calles que confluían en la Plaza también estaban llenas de ciudadanos que trataban de llegar a la Plaza misma; ellos también lo oyeron, pero una vez que reconocieron estar petrificados de miedo, se dieron por vencidos y ya no trataron de adivinar qué podía haber sido.
Iñigo lo supo al instante.
Se detuvo en el pequeño callejón por el que trataba de abrirse paso en compañia de Fezzik, e intentó recordar. (...).
- No me gusta ese sonido- dijo Fezzik con la piel erizada de frío.
Iñigo se agarró al gigante y las palabras fluyeron a su boca:
- Fezzik...., Fezzik..., es el sonido de El Sufrimiento Postrero...., lo conozco...., fue el sonido que sentí en mi corazón cuando el conde Rugen asesinó a mi padre y lo vi caer...., es el hombre de negro quien lo lanza ahora¨ . (Willian Goldman, La Princesa Prometida, 1973)
Sólo, que yo sepa, tres hombres han lanzado el desgarrador grito de el Sufrimiento Postrero ( sé que mi compañero de fatigas Rafael Valle también lo lanzó, pero como es un tio elegante lo hizo hacia adentro). A saber: Iñigo, aquél de: ¨Hola. Me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Disponte a morir¨; el guaperas de La Princesa Prometida , Westly, el hombre de negro, mientras la máquina de el dolor del malvado principe Humperdinck, le absorbía la vida; y Pillu Machine en las rampas de La Pier de Sant Martin, cuando un calambre de intensidad 10 en la escala de Ricther, le subio desde el talón de Aquiles a sus partes nobles. El Sufrimiento Postrero. ¿Alguna vez lo habéis sentido? Os juro que yo sí; en la Pax Avant.
La Princesa Prometida. Gran libro y gran película al son de la banda sonora de Mark Knopfler. Su autor Willian Goldman. De su imaginación también salieron las aventuras y desventuras de Butch Cassidy y Sundace Kid. Sí, ya sabéis, Paul Newman y Robert Redford, 1969, en Dos Hombres y un Destino. Salvando las distancias con tan ilustres personajes hoy dos hombres se iban a enfrentar a su destino. El de ellos: morir tiroteados. El nuestro: disfrutar penando o penar disfrutando. Nunca lo he sabido bien.
La Orbea Pax Avant Gran Fondo nos esperaba en Isaba en el precioso valle de El Roncal (Navarra). Tres recorridos: PAX AVANT 100 con 2400 metros de desnivel acumulado; PAX AVANT 143 con 3600 metros de desnivel y la traca PAX AVANT 192 con 5010 metros pa´arriba. Nosotros a esta última. Ya que vamos pues a lo loco, sin conocimiento ninguno.
La Orbea Pax Avant Gran Fondo nos esperaba en Isaba en el precioso valle de El Roncal (Navarra). Tres recorridos: PAX AVANT 100 con 2400 metros de desnivel acumulado; PAX AVANT 143 con 3600 metros de desnivel y la traca PAX AVANT 192 con 5010 metros pa´arriba. Nosotros a esta última. Ya que vamos pues a lo loco, sin conocimiento ninguno.
Madrid- Isaba. Un largo viaje por delante. Un objetivo: fotografiar una piedra, un mojón, un hito territorial. La mítica Piedra de San Martin. Tocarla. Poner nuestras manos sobre ella y gritar al cielo: ¨Pax Avant...Pax Avant....Pax Avant...
En cierta ocasión leí que escalar el puerto de Pierre St. Martin era como ascender hasta el abismo. Allí, en su cumbre, en el Collado de Emaz, se encuentra la tan ansiada piedra. Este collado hace de separación y de paso fronterizo entre el Vallée de Baretous, territorio galo, y el Valle del Roncal, dominio navarro. La Piedra de San Martin no es más que eso: una pierre calcarea tallada con el número 262. Un hito geográfico que separa La Galia de La Hispania. A Asterix y Obelix de Mortadelo y Filemón.
Fueron los pastores del Vallée de Baretous los que decidieron, en el siglo VIII, colocar piedras de muga en los pasos fronterizos para espantar a las posibles revanchas sarracenas. Allí estuvieron durante siglos hasta que las nuevas señales de aluminio y chapajos de hierro rotulado las sustituyeron. Pero aquí, en El Collado de Emaz, sobrevive una (no la original): el mojón 262. Luego, cuando lleguemos arriba, os cuento su historia, que es la de la Pax Avant.
En cierta ocasión leí que escalar el puerto de Pierre St. Martin era como ascender hasta el abismo. Allí, en su cumbre, en el Collado de Emaz, se encuentra la tan ansiada piedra. Este collado hace de separación y de paso fronterizo entre el Vallée de Baretous, territorio galo, y el Valle del Roncal, dominio navarro. La Piedra de San Martin no es más que eso: una pierre calcarea tallada con el número 262. Un hito geográfico que separa La Galia de La Hispania. A Asterix y Obelix de Mortadelo y Filemón.
Fueron los pastores del Vallée de Baretous los que decidieron, en el siglo VIII, colocar piedras de muga en los pasos fronterizos para espantar a las posibles revanchas sarracenas. Allí estuvieron durante siglos hasta que las nuevas señales de aluminio y chapajos de hierro rotulado las sustituyeron. Pero aquí, en El Collado de Emaz, sobrevive una (no la original): el mojón 262. Luego, cuando lleguemos arriba, os cuento su historia, que es la de la Pax Avant.
Venga vamonos para allá. Madrid. Carretera, bicicletas y manta. Burgos. Todo tieso. Vitoria. Hacia Pamplona. Hay hambre. Pues aquí paramos. Pues no hemos comido mal por 12 leuros por barba. Venga que aún hay trecho. Un café. Tira millas. Que si por aquí. Que si por allá. Hacia Jaca. Pantano de agua esmeralda. Un desvío. Por allí es: Valle de El Roncal. Espectáculo de carretera. El agua cristalina del rio, a nuestra diestra, nos acompaña. Las montañas, como paredes de un pasillo inaccesible, nos marcan el camino. Verde por doquier. Piñata de sensaciones. Qué ganas de recorrerlo en bicicleta. Si no conocéis este valle, tenéis que venir.
Isaba. Recogida del dorsal y paseo por el pueblo. Cuestas empedradas hacia arriba premoritorias de lo que nos espera mañana. Venga vamonos. Desandamos camino cuatro kilómetros para atrás al lugar de pernocta: Albergue Armaia Aterpea (Urzainki). Las tres ¨b¨. Si algún día queréis venir a disfrutar de este fantástico entorno, y de los sublimes puertos que hay por estos lares, este es un buen lugar para alojaros. Eso sí, si sois clientes habituales de Paradores y de 5 estrellas sin mahous, igual os sentis pelín incómodos. Buena comida, buen desayuno y un trato muy agradable. Además es un alojamiento ¨bikefriendly¨. Se puede pedir más. Yo no.
Isaba. Recogida del dorsal y paseo por el pueblo. Cuestas empedradas hacia arriba premoritorias de lo que nos espera mañana. Venga vamonos. Desandamos camino cuatro kilómetros para atrás al lugar de pernocta: Albergue Armaia Aterpea (Urzainki). Las tres ¨b¨. Si algún día queréis venir a disfrutar de este fantástico entorno, y de los sublimes puertos que hay por estos lares, este es un buen lugar para alojaros. Eso sí, si sois clientes habituales de Paradores y de 5 estrellas sin mahous, igual os sentis pelín incómodos. Buena comida, buen desayuno y un trato muy agradable. Además es un alojamiento ¨bikefriendly¨. Se puede pedir más. Yo no.
¨Visita al Infierno¨. Algunos días después de terminar la marcha hojeo el último número de Bicisport y el árticulo sobre la Pax Avant con tan acongojante, por no decir acojonante, titular. Sergio Palomar lo firma. En el se entremezclan palabras como: un horno; descenso a los infiernos; las calderas del averno....... Transcribo un fragmento: ¨Aún conociendo la zona y sabiendo de memoria los datos de las altimetrías, nunca nos deja de sorprender el entorno de la Piedra de San Martín, a la vez tan bello y sin embargo, a la hora de pedalear por él, parece sacado de las peores pesadillas ciclistas¨. Siempre he creido, (perdone el lector mi tontuna literaria) que el Infierno estaba en los bajos. En las simas inpenetrables de lo que viene siendo la parte de abajo de nuestros pies. Aquí en la Pax Avant descubrí otro infierno sin demonios, ni tridentes, ni azufre.....Uno en el que los paisajes más espectaculares te acompañan. No hay oscuridad, sólo un sol abrasador. Para conocerlo debes subir alto, muy alto, hasta los 1802 metros de altura de La Piedra de San Martin.... Ya lo sé. Por fin me he dado cuenta. El infierno no está en el abismo, está casi rozando el cielo.
Comenzemos a pedalear. Puerto de Laza. Subir este puerto es una verdadera delicia. Es el primero al que nos tenemos que enfrentar. Hay sombras y la pendiente es, a estas alturas, llevable. Antes que nosotros han salido los participantes de la marcha corta y de la media que comparten parte del recorrido con nosotros. Laza; Larrau Sur; La Piedra de San Martin por Santa Engracia, Issarbe y La Piedra de San Martín por Arette son los escollos a los que deben enfrentarse los participantes de la marcha media para lograr terminar los 143 km con 3.600 de desnivel acumulado. A última hora la organización se vio obligada en la marcha larga, por problemas con la burocracia francesa, a cambiar la subida al Col de Bagargi por una doble subida a La Piedra de San Martín. Compartiamos el recorrido de la ¨media¨ pero realizábamos un segundo bucle volviendo a subir Issarbe y La Piedra de San Martin por Arette. De ahí los casi 200 km y 5000 metros de desnivel de ¨la larga´.
El segundo: Larrau Sur. Simplemente precioso. Las vistas de sus últimos kilómetros, de postal, para guardar en la retina. 10 kilómetros de ascenso. Porcentajes continuos de el 7% y el 8 % . La estrategia con todo lo que nos queda por delante está clara: al trán trán y al vino vino. Aparece el viento de cara. En Larrau eolo es caprichoso. Aún así el rítmo que llevamos es bueno y adelantamos bastantes posiciones en el ascenso. Esta es la cara amable de Larrau aunque no hay que subestimarla. La realmente dura es la parte por la que descenderemos, la norte, que se sube en la famosa marcha Larra-Larrau. Coronamos. La bajada va a ser épica.
El segundo: Larrau Sur. Simplemente precioso. Las vistas de sus últimos kilómetros, de postal, para guardar en la retina. 10 kilómetros de ascenso. Porcentajes continuos de el 7% y el 8 % . La estrategia con todo lo que nos queda por delante está clara: al trán trán y al vino vino. Aparece el viento de cara. En Larrau eolo es caprichoso. Aún así el rítmo que llevamos es bueno y adelantamos bastantes posiciones en el ascenso. Esta es la cara amable de Larrau aunque no hay que subestimarla. La realmente dura es la parte por la que descenderemos, la norte, que se sube en la famosa marcha Larra-Larrau. Coronamos. La bajada va a ser épica.
Viento. Carretera estrecha. Sinuosa. Asfalto descarnado y sucio de gravilla. Bajada técnica con unos desniveles muy serios que hacen que la bicicleta se encabrite. Hay que tener tiento con el freno y no abusar. Reguero de pinchazos. Explosiones. Alguna caida en las traicioneras curvas. Reventones de ruedas como petardos. El intenso calor parece que derrite el asfalto y las cubiertas. Mucha gente en la cuneta desmontable en mano.
La bajada se hace larga. Hemos bajado casi de los 1700 metros a los 300 más o menos. ¿ Quién decia que en carretera bajando los puertos se descansa?.
Ni Rafa ni yo sufrimos averias ni sustos, y en un visto y no visto nos encontramos en un angosto valle cincelado con un rio de agua cristalina. Estamos en el lado francés. El viento de cara, el calor y la humedad del ambiente presagian un poupurri demoledor. La épica comienza a gestarse. Me viene a la memoria una conversación con un oriundo de Isaba por la mañana:
- Machine: Buffff. Va a hacer hoy calor, eh?
- Oriundo: Pues preparaté, que si aquí hace calor en el lado francés es bastante peor....
Azota eolo mis barbas. Transición entre puertos. Vamos delante marcando el ritmo de un pelotón bastante grande. No pasa al relevo ni el gato. Ahora no me importa pero luego me acordaré de estos derroches de watios.... Giro a la derecha en dirección al pueblo de Ste. Engrance. Comienza la verbena.
Los primeros kilómetros de puerto son llevaderos. Tanto Rafa como yo vamos bien de fuerzas. No nos adelanta nadie y vamos superando a bastante gente. Se mezclan ya los participantes de la corta, de la media y de la larga. El asfalto se encrespa en porcentajes abusivos. Rampas del 18 %., del 15% .... se alternan con ¨treguas¨ al 8% y al 9% de desnivel. Todavía las fuerzas están integras y escalamos bien. Algunos compañeros se bajan de las bicicletas. El 28 se queda corto. No hay más balas en la recamara. Hay que tirar de eggs. Tras un kilómetro de los de toma pan y moja la carretera se bifurca en dos. La rampa es terrorífica. Es el Col de Souscousse. A la derecha el desvio de la marcha corta hacia el Col de Soudet. A la izquierda, el de la marcha media y larga, hacia el Col de Issarbe. La Pax Avant ya ha mostrado sus cartas y no farolea.
La bajada se hace larga. Hemos bajado casi de los 1700 metros a los 300 más o menos. ¿ Quién decia que en carretera bajando los puertos se descansa?.
Ni Rafa ni yo sufrimos averias ni sustos, y en un visto y no visto nos encontramos en un angosto valle cincelado con un rio de agua cristalina. Estamos en el lado francés. El viento de cara, el calor y la humedad del ambiente presagian un poupurri demoledor. La épica comienza a gestarse. Me viene a la memoria una conversación con un oriundo de Isaba por la mañana:
- Machine: Buffff. Va a hacer hoy calor, eh?
- Oriundo: Pues preparaté, que si aquí hace calor en el lado francés es bastante peor....
Azota eolo mis barbas. Transición entre puertos. Vamos delante marcando el ritmo de un pelotón bastante grande. No pasa al relevo ni el gato. Ahora no me importa pero luego me acordaré de estos derroches de watios.... Giro a la derecha en dirección al pueblo de Ste. Engrance. Comienza la verbena.
Los primeros kilómetros de puerto son llevaderos. Tanto Rafa como yo vamos bien de fuerzas. No nos adelanta nadie y vamos superando a bastante gente. Se mezclan ya los participantes de la corta, de la media y de la larga. El asfalto se encrespa en porcentajes abusivos. Rampas del 18 %., del 15% .... se alternan con ¨treguas¨ al 8% y al 9% de desnivel. Todavía las fuerzas están integras y escalamos bien. Algunos compañeros se bajan de las bicicletas. El 28 se queda corto. No hay más balas en la recamara. Hay que tirar de eggs. Tras un kilómetro de los de toma pan y moja la carretera se bifurca en dos. La rampa es terrorífica. Es el Col de Souscousse. A la derecha el desvio de la marcha corta hacia el Col de Soudet. A la izquierda, el de la marcha media y larga, hacia el Col de Issarbe. La Pax Avant ya ha mostrado sus cartas y no farolea.
Después de cuatro kilómetros más benévolos coronamos el Col de Issarbe. Parada en el avituallamiento. Hay que comer e hidratarse bien. Primer contratiempo. Al intentar coger las cápsulas de sales del bolsillo del maillot éstas han desaparecido. El calor las ha derretido. En estos momentos no le doy importancia pero en una marcha de esta exigencia todo suma y el reponer sales y líquido es fundamental.
La bajada de Issarbe también se las trae. Rápida, técnica. De nuevo el asfalto lacerado. Socavones marcados con spray fluorescente. Gente en las curvas peligrosas minadas con restos de leña. Hay que gastar cuidado. Resuenan las palabras del alcalde de Isaba en mi cabeza: ¨Cuidado con las ñordas de las vacas que son minas antipersonas¨. Si pillas una a la velocidad que se baja posiblemente te disfrazes de corteza de árbol. La bajada es una gyncana. Divertida. Exigente físicamente. Lo repito: ¿Quién ha dicho que en las bajadas de los puertos en carretera se descansa?.
Volvemos al valle donde el viento azota con fuerza. La temperatura ha subido considerablemente. Unos 30 º. Nos aguarda un tramo de transición hasta el comienzo del puerto. Las fuerzas siguen respondiendo. Plato grande. Bajada de piñones. Otra vez nos ponemos en cabeza del pelotón. Otra vez un derroche innecesario de fuerzas. Pagaré más tarde el peaje.
En el pueblo de Arette comienza la subida a La Piedra de San Martin, donde nuestra ansiada piedra, el mojón 262, nos espera. En la marcha larga lo deberemos subir dos veces. La primera hasta el Col de Soudet. En la segunda, hasta la cima.
Ahora sí que sí. Dame cartas. No valen señas. La Pax es un envido, un cinco más, un ordago a grande. Y, aquí, o vas con buenas cartas o los puertos ponen tus verguenzas y carencias a la vista. Si juegas al mus con los Pirineos tienes muchas papeletas de que tú pagues la ronda. Arriba las cartas.
El pérfil:
La bajada de Issarbe también se las trae. Rápida, técnica. De nuevo el asfalto lacerado. Socavones marcados con spray fluorescente. Gente en las curvas peligrosas minadas con restos de leña. Hay que gastar cuidado. Resuenan las palabras del alcalde de Isaba en mi cabeza: ¨Cuidado con las ñordas de las vacas que son minas antipersonas¨. Si pillas una a la velocidad que se baja posiblemente te disfrazes de corteza de árbol. La bajada es una gyncana. Divertida. Exigente físicamente. Lo repito: ¿Quién ha dicho que en las bajadas de los puertos en carretera se descansa?.
Volvemos al valle donde el viento azota con fuerza. La temperatura ha subido considerablemente. Unos 30 º. Nos aguarda un tramo de transición hasta el comienzo del puerto. Las fuerzas siguen respondiendo. Plato grande. Bajada de piñones. Otra vez nos ponemos en cabeza del pelotón. Otra vez un derroche innecesario de fuerzas. Pagaré más tarde el peaje.
En el pueblo de Arette comienza la subida a La Piedra de San Martin, donde nuestra ansiada piedra, el mojón 262, nos espera. En la marcha larga lo deberemos subir dos veces. La primera hasta el Col de Soudet. En la segunda, hasta la cima.
Ahora sí que sí. Dame cartas. No valen señas. La Pax es un envido, un cinco más, un ordago a grande. Y, aquí, o vas con buenas cartas o los puertos ponen tus verguenzas y carencias a la vista. Si juegas al mus con los Pirineos tienes muchas papeletas de que tú pagues la ronda. Arriba las cartas.
El pérfil:
¨Sólo¨ llevamos 98 km. Todavía nos quedan 100 y el desgaste ya ha sido serio. 22 km nos esperan hasta el Col de Soudet donde se separan la marcha ¨media¨ y la ¨larga¨. Comandamos el pelotón. Marcamos el rítmo en estos primeros kilómetros de falso llano.
Sobre el kilómetro 8 las rampas comienzan a empinarse. El calor es sofocante. Cremallera del maillot hasta abajo. No hay consuelo. El sudor comienza a resbalarse por mi rostro. Me estoy derritiendo. La Pierre de Saint Martin asciende y asciende con un asfalto negro como el panorama que nos espera. Los hayedos dejan paso a los prados. El sol cae de plano. Comienzan ocho kilómetros terribles. Rafa se me escapa unos veinte metros. Comienza mi infierno. Las piernas van respondiendo pero el golpe de calor está llamando a mi puerta. Sudor en los ojos. Rampas terroríficas sin descanso. Naufrago en un mar de alquitrán..
Comienzo a ver borroso y mi cabeza me invita a parar en los arroyos que se dejan ver por las laderas. Gente sentada en las sombras. No paro. Si me bajo de la bici no me vuelvo a montar. Me acuerdo de los derroches previos. De los alardes. Me apreto la poblada perilla que decora mi mentón y el sudor chorrea como un reguero . La mirada nublada. Rafa a la vista. Largo. Esto es muy largo. Ahora no hay paisaje sólo asfalto. Sólo curvas y curvas. Rampas y rampas. La cabeza dice no. Comienzan las dudas. Las preguntas tantas veces escuchadas: ¿Qué haces aquí?, ¿ Qué necesidad tienes de estar penando de esta manera?.
Rafa me espera y me uno a él. Hablamos poco. Yo no puedo. Si me preguntas dos más dos te respondo siete. Estoy caraja. Todo los hierros metidos desde hace tiempo. No hay cadencia sólo fuerza. Un avituallamiento de Gatorade se presenta ante nosotros cual espejismo en el desierto. Paro. Me da la vida. Seguimos subiendo y subiendo. Col de Labays. La carretera se vuelve humana. Un respiro. El Col de Soudet está cerca. He visto las orejas al lobo. Avituallamiento. Comer. Beber. Tirarse una botella de agua por la cabeza. Sigo viendo borroso. Horas más tarde en el albergue seré consciente de que se me han caido hasta las lentillas. Primer round. Noqueado. El gancho ha sido fuerte pero hemos logrado no tirar la toalla. Esto no ha hecho más que empezar.
Sobre el kilómetro 8 las rampas comienzan a empinarse. El calor es sofocante. Cremallera del maillot hasta abajo. No hay consuelo. El sudor comienza a resbalarse por mi rostro. Me estoy derritiendo. La Pierre de Saint Martin asciende y asciende con un asfalto negro como el panorama que nos espera. Los hayedos dejan paso a los prados. El sol cae de plano. Comienzan ocho kilómetros terribles. Rafa se me escapa unos veinte metros. Comienza mi infierno. Las piernas van respondiendo pero el golpe de calor está llamando a mi puerta. Sudor en los ojos. Rampas terroríficas sin descanso. Naufrago en un mar de alquitrán..
Comienzo a ver borroso y mi cabeza me invita a parar en los arroyos que se dejan ver por las laderas. Gente sentada en las sombras. No paro. Si me bajo de la bici no me vuelvo a montar. Me acuerdo de los derroches previos. De los alardes. Me apreto la poblada perilla que decora mi mentón y el sudor chorrea como un reguero . La mirada nublada. Rafa a la vista. Largo. Esto es muy largo. Ahora no hay paisaje sólo asfalto. Sólo curvas y curvas. Rampas y rampas. La cabeza dice no. Comienzan las dudas. Las preguntas tantas veces escuchadas: ¿Qué haces aquí?, ¿ Qué necesidad tienes de estar penando de esta manera?.
Rafa me espera y me uno a él. Hablamos poco. Yo no puedo. Si me preguntas dos más dos te respondo siete. Estoy caraja. Todo los hierros metidos desde hace tiempo. No hay cadencia sólo fuerza. Un avituallamiento de Gatorade se presenta ante nosotros cual espejismo en el desierto. Paro. Me da la vida. Seguimos subiendo y subiendo. Col de Labays. La carretera se vuelve humana. Un respiro. El Col de Soudet está cerca. He visto las orejas al lobo. Avituallamiento. Comer. Beber. Tirarse una botella de agua por la cabeza. Sigo viendo borroso. Horas más tarde en el albergue seré consciente de que se me han caido hasta las lentillas. Primer round. Noqueado. El gancho ha sido fuerte pero hemos logrado no tirar la toalla. Esto no ha hecho más que empezar.
En el Col de Soudet se separan las dos marchas. Dos opciones. La primera ascender cuatro kilómetros hacia La Piedra de San Martin y descender a Isaba ( Marcha Media) y, la segunda, volver a ascender a Issarbe y luego enfrentarnos de nuevo a los 26 terroríficos kilómetros que acabamos de hacer. Lo sensato: hacer lo primero. Lo insensato: hacer lo segundo. La cordura nunca ha sido una de nuestras virtudes.
Pedaleamos sólos los kilómetros que nos separan de el puerto de Issarbe. Mucha gente de la marcha larga ha optado por abandonar y marchar a Isaba. He de decir que terminar la marcha de 143 km ya es una gesta importante. Más tarde sabremos que de los 1000 participantes de la marcha larga apenas 356 lograron terminarla. Las piernas y la cabeza vuelven a funcionar y volvemos a encarar la subida con ganas.
Hacer este segundo bucle psicológicamente es muy duro. Saber lo que te espera, esos ocho kilómetros letales de la Piedra de San Martin, no es muy gratificante. Día de la Marmota. Parece que hemos rebobinado el video. Vuelta a los mismos lugares de antes. El exigente descenso de Issarbe ahora con los reflejos en barbecho. El valle. El llano. Los pueblos. El sonido del rio. Y otra vez Arette comienzo de una nueva subida al infierno. Antes paramos en el avituallamiento. Aguas menores. Beber. Comer y armarse de valor para volver a trepar a la montaña. Es la última subida. Volvamos al ring.
Afrontamos las primeras rampas del puerto, Rafa, un chaval con una Specialized y el que esto escribe. Charleta. Qué si aquí querría yo ver a los de la selección española; qué si pitos que si flautas. Pronto no podremos hablar, sólo pedalear. En las primeras rampas duras nuestro acompañante se queda. Las caras de la gente es un poema. Cada uno con su propia letanía y penitencia. Algunas nubes tapan el abrasador sol por momentos. El ritmo es bueno para la solfa que llevamos. Curiosamente estoy subiendo mejor ahora que en la primera ascensión. Pero pronto, y de forma inexorable, el Sufrimiento Postrero hará acto de presencia.
Pedaleamos sólos los kilómetros que nos separan de el puerto de Issarbe. Mucha gente de la marcha larga ha optado por abandonar y marchar a Isaba. He de decir que terminar la marcha de 143 km ya es una gesta importante. Más tarde sabremos que de los 1000 participantes de la marcha larga apenas 356 lograron terminarla. Las piernas y la cabeza vuelven a funcionar y volvemos a encarar la subida con ganas.
Hacer este segundo bucle psicológicamente es muy duro. Saber lo que te espera, esos ocho kilómetros letales de la Piedra de San Martin, no es muy gratificante. Día de la Marmota. Parece que hemos rebobinado el video. Vuelta a los mismos lugares de antes. El exigente descenso de Issarbe ahora con los reflejos en barbecho. El valle. El llano. Los pueblos. El sonido del rio. Y otra vez Arette comienzo de una nueva subida al infierno. Antes paramos en el avituallamiento. Aguas menores. Beber. Comer y armarse de valor para volver a trepar a la montaña. Es la última subida. Volvamos al ring.
Afrontamos las primeras rampas del puerto, Rafa, un chaval con una Specialized y el que esto escribe. Charleta. Qué si aquí querría yo ver a los de la selección española; qué si pitos que si flautas. Pronto no podremos hablar, sólo pedalear. En las primeras rampas duras nuestro acompañante se queda. Las caras de la gente es un poema. Cada uno con su propia letanía y penitencia. Algunas nubes tapan el abrasador sol por momentos. El ritmo es bueno para la solfa que llevamos. Curiosamente estoy subiendo mejor ahora que en la primera ascensión. Pero pronto, y de forma inexorable, el Sufrimiento Postrero hará acto de presencia.
Es ahora, mientras pedaleo, cuando viene a mi memoria el libro de Willian Goldman. La Pax Avant es como la máquina del sufrimiento del Principe y de el Conde Rugen. Ese artilugio que guardaba en el subterraneo Zoo de la Muerte y que custodiaba el siniestro albino.
Westly, en su intento de rescatar a su amada Buttercup, es apresado y maniatado a esa infernal máquina. Un artilugio que ¨te hunde en el foso profundo de la desesperación (...) que te enterraba en la casa de la agonía y te internaba en el país del dolor. Casi nada. La máquina estaba basada en la bomba de succión. Este era el concepto en el que se basaba su invento, salvo que en lugar de agua lo que succionaba es la vida. La Pax Avant es un calco de la máquina de Humperdick, poco a poco te va succionando las fuerzas. Hasta que llega el fin. El agotamiento extremo. El terrible grito de El Sufrimiento Postrero. Y yo lo lanzé en la segunda subida a La Piedra de San Martín.
Primero fue un simple amago. Pero a unos dos kilómetros de El Col de Soudet se hizo realidad. En un visto y no visto, en una de las verticales rampas del puerto, todos los músculos de las piernas, y no exagero, se me acalambran. Las dos ancas de rana completamente agarrotadas hasta el límite de casi caerme de la bicicleta. Es imposible pedalear. El dolor bastante serio. Tengo que bajarme de la bicicleta. Emulando a Chiquito de la Calzada logro dar unos pasos. Tiro a Trek a la cuneta y lanzo el grito de El Sufrimiento Postrero: ARGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG..
Todavía quedan siete kilómetros de ascensión hasta nuestra ansiada piedra. No lo veo claro. Estoy realmente tocado. El terrible calor y las rampas me han tumbado. 10, 9, 8, 7, 6, 5,4 ....... me levanto de la lona y cojo a Trek. Son ¨sólo¨ siete kilómetros y veremos la piedra. Siete mil metros y la Pax Avant será historia. Arriba. Pedalear. 1351 metros Col de Labays. 1540 metros Col de Soudet. Un par de rampas al 10%. Estación de esqui de Arette a la izquierda. El viento se aferra a nuestro manillar y no nos deja avanzar. Pedalear en cámara lenta. Unos repechos más y la cima del puerto nos aguarda. Por fin, a nuestra izquierda la piedra del tributo. El mojón 262. The End. Lo hemos conseguido. La foto:
Westly, en su intento de rescatar a su amada Buttercup, es apresado y maniatado a esa infernal máquina. Un artilugio que ¨te hunde en el foso profundo de la desesperación (...) que te enterraba en la casa de la agonía y te internaba en el país del dolor. Casi nada. La máquina estaba basada en la bomba de succión. Este era el concepto en el que se basaba su invento, salvo que en lugar de agua lo que succionaba es la vida. La Pax Avant es un calco de la máquina de Humperdick, poco a poco te va succionando las fuerzas. Hasta que llega el fin. El agotamiento extremo. El terrible grito de El Sufrimiento Postrero. Y yo lo lanzé en la segunda subida a La Piedra de San Martín.
Primero fue un simple amago. Pero a unos dos kilómetros de El Col de Soudet se hizo realidad. En un visto y no visto, en una de las verticales rampas del puerto, todos los músculos de las piernas, y no exagero, se me acalambran. Las dos ancas de rana completamente agarrotadas hasta el límite de casi caerme de la bicicleta. Es imposible pedalear. El dolor bastante serio. Tengo que bajarme de la bicicleta. Emulando a Chiquito de la Calzada logro dar unos pasos. Tiro a Trek a la cuneta y lanzo el grito de El Sufrimiento Postrero: ARGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG..
Todavía quedan siete kilómetros de ascensión hasta nuestra ansiada piedra. No lo veo claro. Estoy realmente tocado. El terrible calor y las rampas me han tumbado. 10, 9, 8, 7, 6, 5,4 ....... me levanto de la lona y cojo a Trek. Son ¨sólo¨ siete kilómetros y veremos la piedra. Siete mil metros y la Pax Avant será historia. Arriba. Pedalear. 1351 metros Col de Labays. 1540 metros Col de Soudet. Un par de rampas al 10%. Estación de esqui de Arette a la izquierda. El viento se aferra a nuestro manillar y no nos deja avanzar. Pedalear en cámara lenta. Unos repechos más y la cima del puerto nos aguarda. Por fin, a nuestra izquierda la piedra del tributo. El mojón 262. The End. Lo hemos conseguido. La foto:
La piedra de la concordia y de la discordia. Hace mucho tiempo que los vecinos a ambos lados de la piedra resolvián sus desavenencias a garrotazos. Los galos de Baretous y los navarros de El Roncal. Qué si estos son mis pastos, qué si estas son mis fuentes......... A la gresca. En 1373 la cosa se complicó todavía más y se desató la llamada Batalla de Anguicea con muchas víctimas en ambos lados. Había que poner cordura y en 1375 se firmó la paz con ¨el tributo de las tres vacas¨. Desde entonces hasta hoy cada 13 de Julio los baretoneses, para poder usar los pastos y las fuentes de la polémica, deben pagar a los navarros tres vacas de dos años con el mismo ¨dentaje, astaje y pelaje, sanas y sin mácula alguna¨. Así todos los años los jerifantes de ambos valles, vestidos con las mejores galas tradicionales, entrelazan sus manos sobre el mojón y por tres veces gritan: ¨Pax Avant...Pax Avant.... Pax Avant...¨. Que la paz perdure. Tres vacas y un destino. El nuestro, como el de ellas, ya esta claro: Volver.
Abrazos y apiernas a todos.
Abrazos y apiernas a todos.
Aquí las clasificaciones . Nosotros en el puesto 228 con 10:32:31 segundos. 356 finisher en la marcha larga de unos 1000 inscritos. Medallas de Bronce. A media hora de la plata. Resaltar que en el Tiempo de Oro sólo entraron ocho ciclistas.
No dejéis de leer: Fabian Blanch, Pierre St. Martin. Arette y el discreto encanto del mojón 262, Revista Pedalier, Historias en Pirineos, nº 52.
No dejéis de visitar: Orbea Pax Avant en el fantástico blog Paisajes Ciclistas.
A fin de cuentas no acabé tan mal:
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