Desde hace unos meses no pongo las noticias en la radio. No escucho las tertulias de actualidad y cuando oigo en alguna emisora que van a hablar de la situación del país, cambio el dial. Aunque no sea lo más aconsejable, me convierto en una avestruz ante la deprimente realidad que nos envuelve. Agacho la cabeza y cuando todo está en calma saco el gepeto del agujero. Crisis, paro, desahucios, incompetencia de nuestros dirigentes, impunidad política ante la nefasta gestión pública, pesimismo, falta de confianza, ajustes y demás se han convertido en el pan duro de cada día. A los brotes verdes ya no los abonan y el pulgón los está royendo hasta las raíces. La cosa es seria y el futuro oscuro. Cuando la huida es imposible, sólo queda la resignación o el inconformismo. Tú eliges.
Sólo puedo aconsejarte una cosa para paliar esta sensación de malestar. Cuando la rabia y la tristeza se apoderen de ti coge una bicicleta. Pedalea por los senderos lo más rápido que puedas. Corre por el asfalto, pausado, veloz. Siéntete libre, sin rumbo. Siente el viento y el paisaje y el olor del otoño. Pedalea. Hazlo para no pensar.