Escalofrío: Sensación de frío, por lo común repentina, violenta y acompañada de contracciones musculares, que a veces precede a un ataque de fiebre. U. m. en pl. 2. m. Sensación semejante producida por una emoción intensa, especialmente de terror.
Hacía muchos años que no dormía en un albergue. Y nunca lo había hecho sólo. Cuando llegué me advirtieron que los otros cuatro ciclistas que iban a pernoctar conmigo finalmente se habían echado para atrás viendo las previsiones metereológicas que daban para el sábado. Así que allí estaba yo, a las 10 de la noche del viernes, sólo en el albergue de Guardo. La noche cerrada y oscura. El tiempo gélido y ni un sólo ruido en las ámplias dependencias del antiguo edificio. Pillu Machine sólo sin más compañía que su sombra reflejada en las paredes. Tumbado en la litera y arropado hasta los ojos con el edredón, sólo se escuchaba el inquietante sonido del silencio.
Nunca he sido un valiente, tampoco un cobarde, pero fue apagar la luz y la imaginación comenzar a jugármela. Vino a mi recuerdo la película de El Resplandor, protagonizada por Jack Nicolson, en la que él, con su familia, se encierra en un Hotel de montaña en invierno y comienzan a ocurrir cosas de lo más extrañas y espeluznantes. Me había tomado en el pueblo unas cuantas ´´mahous´´ por lo que mi vejiga me pedía una evacuación inminente. Tenía que abandonar mi seguro camastro y recorrer el pasillo hasta el baño. Qué situación. Ya me estaba imaginando, al abrir la puerta, la imagen espectral de un niño vestido de biker frente a mí, ojiplático, sentado en su triciclo y diciéndome con tono pausado y voz de ultratumba:
-Piiiillluuuuuuuu Machinnnneeee. Veete de aquí. Huye mientras puedas, nooos te ayudaremos. Los del Mtb Guardo están muy locos....Huye, machinneeeeeee
Pensando esas tontunas, y algunas parecidas, me dió el primer escalofrío. Me eché a dormir. Mañana tenía una cita con la épica y tenía que estar descansado.
Al salir a la calle me dió el segundo escalofrío. En el exterior, los cristales de mi coche estaban totalmente helados. Así que a tirar de tarjeta de crédito para rascar las lunas. No había comenzado la marcha y ya tenía las manos heladas. Vino a mi mente la imagen de Jack Nicolson en la película, enterrado en la nieve y congelado, no había vuelta atrás. Tenía que cumplir mi palabra. Convertirme en calamar. Rebozarme con toda la ropa que tuviera y salir a pedalear . Para eso habíamos venido y para las posibles secuelas se inventaron las farmacias.
Camiseta térmica, chaleco cortavientos, chaqueta de invierno wind stopper, sotoguantes, guantes, buff para mi despoblada cabellera, braga al cuello, calcetines termolite, etc, etc, etc. Toda la tecnología textil al servicio del ciclista. Aún así me daba la sensación de que todo era en balde y que, por mucho que me pusiera, el frío me iba a ganar la batalla. En muchas ocasiones así fué. La suerte estaba echada.
Salimos por las calles de Guardo para rápidamente enfilar las primeras subidas de la jornada. Se agradecía para entrar en calor, aunque en mi caso no sentía las manos y, al respirar, una sensación de ahogo debido al frío se apoderaba de mis pulmones. En los primeros repechos esa molesta sensación desapareció y el cuerpo comenzó a coger temperatura. El suelo terroso estaba completamente helado, duro como turrón de Alicante.
A los pocos km giramos y comenzamos una subida técnica por un precioso robledal que nos iba haciendo ganar altura para, poco a poco, adentrarnos en los confines de la nieve. Blanca, preciosa pero peligrosa. Ella nunca está sóla y normalmente la acompaña un compinche que odia a los ciclistas y que al más minimo error te pone la zancadilla: el hielo.
Según descendemos, la nieve va dejando paso a pistas donde el firme se vuelve terroso. El blanco se torna ocre y el camino nos permite coger velocidad. Al descender el frío nos abraza con más intensidad. Me imagino mi bidón llenito de Ruavieja pero para mi desolación sólo llevo agua helada. Reagrupamiento en Villanueva, fotos para el recuerdo y ,sin entretenernos mucho, a seguir pedaleando.
- Ahora empieza lo bueno. Me comenta un compañero del MTB Guardo. Llevaba toda la razón.
Cogemos dirección a Santibañez de la Peña por una pista sin complicaciones. Para arriba, para abajo, trialera corta y técnica de bajada muy entretenida y al lío.
Sin tiempo para respirar nos enfrentamos a la subida con más porcentaje de la marcha. El avituallamiento en Villafría de la Peña nos esperaba. Para llegar a él teníamos que salvar una exigente subida con rampas que marcaban un 15 % y en algunos casos un 24% de desnivel.
Al fondo las montañas nevadas nos aguardaban y hacia ellas pedaleabamos. Ahora no sentía frío. Me encontraba bien aunque no sé porque venían a mi memoria esas pastillas blancas de pica-pica efervescentes: los Escalofríos. No me las podía quitar de la cabeza, mal sintoma. Si no comía algo pronto seguramente el hombre del mazo me daría sin piedad en la cabeza...........
En la bajada hacia el avituallamiento me dio el tercer escalofrío....... Me volví a quedar helado. Al llegar casi se me saltan las lágrimas de emoción. La organización había dispuesto el avituallamiento al lado de una chimenea. La lumbre desprendiendo su calor. Un paraiso. A su orilla estuve un rato dando cuenta de las viandas que nos tenían preparadas. Ya tenía fuerzas de nuevo para lo que nos esperaba. Teníamos que subir hasta el Santuario de la Virgen del Brezo. Mas o menos 2 km con unos porcentajes considerables. En esto que oí una voz extraña que se dirigía a mí. Cuarto escalofrío. La chimenea me llamaba:
-Pillu, ven, quedate conmigo asando castañas.....
No sucumbí a sus cantos de sirena. Reuní el coraje suficiente, cogí a Epic, y marchamos los dos de nuevo al frío palentino.
La subida la conocía de la Marcha de carretera que organiza el Club Ciclista Aguilarense Alberto Fernández de Aguilar de Campoo. Pero ahora era otra historia, no hacia el calorcito de junio, y la carretera estaba en su parte final toda cubierta de nieve.
Ante mi sorpresa al coronar cogímos una pista que no me esperaba subir. Nos llevaba al conocido como el Cristo Sierra a más de 1600 metros de altitud. Desde el Santuario debíamos ascender 4 km gélidos, espectaculares, donde la belleza de la montaña palentina mostraba todo su esplendor y su fuerza. Teníamos de nuevo otro combate con la nieve. Y esta vez ella tenía las de ganar.
- Joder, qué día más fresco, dice un fulano.
- Coño, como qué es de hoy, le responde otro.
Me acuerdo del chiste y me voy riéndo solo. Así voy ,poco a poco, ascendiendo con parsimonia por el blanco suelo. La Sierra del Brezo se muestra sublime y sólo el ruido de las ruedas aplastando la nieve me recuerda que estos momentos son efímeros. Únicos y frágiles como la misma nieve. Tengo que disfrutarlo.
Ahora toca bajar. Descender desde 1600 metros a los 1300 en los que se encuentra Valcobero nuestra siguiente parada. Después de un rápido y temerario descenso sobre la impoluta nieve entro en este bello pueblo. Hoy los ciclistas hemos irrumpido en la soledad y monotonía invernal de sus calles centenarias. Hay alboroto en su tranquilidad habitual. Precioso el pueblo y reponedor el chocolate con churros que las mujeres de la organización nos brindarón con una amabilidad y simpatía que hacía que el frío se diluyera. A la entrada del pueblo un cartel llama mi atención: ¨Entra usted en Valcobero. Respete y será respetado¨. No hay más que decir..
Llego de una pieza al desvio donde la organización ha dispuesto dos alternativas. Ruta corta y ruta larga. La elección es fácil. Hay que seguir disfrutando. Nos espera un paisaje sorprendente. El pinar de Velilla del Rio Carrión.
Nos adentramos en él por un sendero que serpentea zigzageante por sus escarpadas laderas. Símplemente mágico, espectacular. El pinar de Velilla es el único pinar autóctono que sobrevive en la comarca palentina. Sus pinos enormes, soberbios te hacen parecer insignificante. En silencio, sobrecogido por el entorno, voy avanzando por la senda guardando en mi retina instantaneas del paisaje.
Ya limpito, guapo y abrigado valoro la ruta y sólo puedo decir una cosa: ESPECTACULAR. La organización: PERFECTA. Una señalización de diez, unos avituallamientos completos y ubicados donde tiene que estar. Los voluntarios, los fotógrafos, el ámbiente, la comida final y demás, de lujo. Una marcha hecha por ciclistas para ciclistas. Los chicos del mtbguardo son gente de palabra, no han hecho publicidad engañosa: Ruta de los Escalofríos. No engañaban, estaban garantizados......
Espero que está marcha fría, blanca, se repita muchos años y lo más importante, que Pillu Machine lo vea. Voy a tomarme un Frenadol que ya han pasado ocho horas desde el último.
Abrazos cientos
http://mtbguardo.blogspot.com.es