De verdad que no puedo soportarlo. Me molesta, me mosquea y siempre que lo veo me pillo un cabreo considerable. Me refiero a ir por el monte disfrutando del paisaje y ver en el suelo los envoltorios de las barritas energéticas, geles y demás tiradas sin más. Abandonadas en el camino, en el sendero o en la cuneta resaltando sobremanera y contaminado el campo con sus llamativos colores.
Se supone que los bikers de montaña amamos el monte. Nos gusta adentrarnos por sus senderos para disfrutar de sus paisajes. Nos gusta su silencio y su tranquilidad; cambiar el ruido y el caos de la urbe por su paz. En definitiva, refugiarnos entre sus árboles y sus laderas durante unas cuantas horas y sencillamente disfrutar. Muchas veces me he preguntado, al ver los papeles en el suelo, si tanto nos cuesta dejar el campo como estaba. Hoy no hablo de meternos campo a través, esquivando los senderos existentes, y destrozando el suelo. Hablo de una cosa tan sencilla como guardarnos los envoltorios en el bolsillo del maillot. Un gesto tan fácil como girar el brazo hacia atrás y meter el papelito en uno de los multiples bolsillos que llevamos, guardarlo entre el culotte y el muslo, o dónde buenamente podamos sin tirarlo en el suelo. Y es que no realizar un gesto tan sencillo como éste se está convirtiéndo en un lastre importante para nuestros deporte y para nuestra imagen. Lograr la concesión de permisos para realizar las marchas que tanto nos gustan o simplemente que nos permitan adentrarnos por el monte, cada vez se está convirtiendo en algo más complicado gracias a éstos ciclistas.
Hoy por fin lo he entendido. Esta mañana marchaba con la caraja habitual conduciendo hacia el trabajo cuando han hecho referencia en la radio a un artículo publicado en la revista de investigación Nature. Me ha abierto los ojos y he podido catalogar a éstos tirapapeles y ver más claramente de dónde proceden.
Ya hablé en un post anterior de un tipo de ciclista otoñal, valiente y decidido, el ciclista fangoso. En este caso dentro del crisol de tipologías ciclistas aparece el conocido ciclista porcino. Un ciclista despreciable que mancha los caminos y las carreteras con sus desechos materiales, que no orgánicos, y que le da igual. Vamos lo que comunmente conocemos como un cerdo.
Se supone que los bikers de montaña amamos el monte. Nos gusta adentrarnos por sus senderos para disfrutar de sus paisajes. Nos gusta su silencio y su tranquilidad; cambiar el ruido y el caos de la urbe por su paz. En definitiva, refugiarnos entre sus árboles y sus laderas durante unas cuantas horas y sencillamente disfrutar. Muchas veces me he preguntado, al ver los papeles en el suelo, si tanto nos cuesta dejar el campo como estaba. Hoy no hablo de meternos campo a través, esquivando los senderos existentes, y destrozando el suelo. Hablo de una cosa tan sencilla como guardarnos los envoltorios en el bolsillo del maillot. Un gesto tan fácil como girar el brazo hacia atrás y meter el papelito en uno de los multiples bolsillos que llevamos, guardarlo entre el culotte y el muslo, o dónde buenamente podamos sin tirarlo en el suelo. Y es que no realizar un gesto tan sencillo como éste se está convirtiéndo en un lastre importante para nuestros deporte y para nuestra imagen. Lograr la concesión de permisos para realizar las marchas que tanto nos gustan o simplemente que nos permitan adentrarnos por el monte, cada vez se está convirtiendo en algo más complicado gracias a éstos ciclistas.
Hoy por fin lo he entendido. Esta mañana marchaba con la caraja habitual conduciendo hacia el trabajo cuando han hecho referencia en la radio a un artículo publicado en la revista de investigación Nature. Me ha abierto los ojos y he podido catalogar a éstos tirapapeles y ver más claramente de dónde proceden.
Ya hablé en un post anterior de un tipo de ciclista otoñal, valiente y decidido, el ciclista fangoso. En este caso dentro del crisol de tipologías ciclistas aparece el conocido ciclista porcino. Un ciclista despreciable que mancha los caminos y las carreteras con sus desechos materiales, que no orgánicos, y que le da igual. Vamos lo que comunmente conocemos como un cerdo.
¨Los cerdos tienen muchas cosas en común con los humanos, más probablemente de lo que nos gustaría reconocer. Se adaptan con facilidad a su entorno, invaden territorios, dañan a menudo su propio hábitat y son grandes viajeros. Muchas de estas características comunes eran ya conocidas, pero ahora un nuevo análisis del genoma del cerdo doméstico y de su antepasado, el jabalí, ha permitido trazar la ruta de su evolución y conocer mejor los rasgos que nos unen aún más a esos mamíferos de cabeza grande, hocico hermoso y patas cortas¨. (Abc, 15 de Noviembre).
Lo que viene a decir el árticulo es que tanto la fisiología como las necesidades nutricionales de humanos y cerdos son muy similares. El estudio hace hincapie en las semejanzas entre la genética de los hombres y los cerdos. A medida que el cerdo ha ido evolucionando, desde su domesticación hace 10000 años, algunos humanos usuarios de artilugios de dos ruedas cada vez intentan parecerse más a ellos y comparten aptitudes genéticas similares más marcadas que el resto de las personas. No han desarrollado el exquisito olfato de nuestros amigos, ni su excelente tolerancia a la sal y a alimentos repulsivos, pero sí lo de ser un cerdo en el sentido propio de la palabra. Malditos tirapapeles............
Desde aquí hago un llamamiento al ciclista porcino: ¡¡¡Cambia¡¡¡ . Por tu bien y por el de nuestro deporte.
Ya lo decía Pio Baroja: ´´El hombre. Un milímetro por encima del mono cuando no un centímetro por debajo del cerdo´´.
Sed felices..........
Lo que viene a decir el árticulo es que tanto la fisiología como las necesidades nutricionales de humanos y cerdos son muy similares. El estudio hace hincapie en las semejanzas entre la genética de los hombres y los cerdos. A medida que el cerdo ha ido evolucionando, desde su domesticación hace 10000 años, algunos humanos usuarios de artilugios de dos ruedas cada vez intentan parecerse más a ellos y comparten aptitudes genéticas similares más marcadas que el resto de las personas. No han desarrollado el exquisito olfato de nuestros amigos, ni su excelente tolerancia a la sal y a alimentos repulsivos, pero sí lo de ser un cerdo en el sentido propio de la palabra. Malditos tirapapeles............
Desde aquí hago un llamamiento al ciclista porcino: ¡¡¡Cambia¡¡¡ . Por tu bien y por el de nuestro deporte.
Ya lo decía Pio Baroja: ´´El hombre. Un milímetro por encima del mono cuando no un centímetro por debajo del cerdo´´.
Sed felices..........